Por Donnovan Yerena
mi padre me marcaba cada domingo fin de mes
nunca me gustó hablar por teléfono
pero cuando mi papá marcaba,
me volcaba dentro]
hola pá, sí, me va bien en la escuela.
aprendí a recrear con mis dedos
las historias que me contaba de cerca
mientras estábamos trenzados
por el cable que le daba
cuerpo y sonido
a nuestras conversaciones de cueva.
soñamos con las ventanas abiertas
a la resolana de las montañas que lo cubrían
en el norte, más allá de donde alcanza
a llegar la mariposa monarca,
su lengua era otra que tomó prestada,
y aun así cuando mi padre marcaba
yo contestaba y lo escuchaba decir
acá los árboles son de miel
y chorrean
abejas multiflora de arcoíris,
la buganvilia se toma fresca y
en tragos de gigante
cuando vengas te compraré una mantarraya
grande, enorme,
qué digo: ¡ c o l o s a l !
para que te montes cuando el sueño
sople tus pestañas y las libere al vuelo
sobre esta tierra de maple y flores naranjas
mira, contempla cómo florecerán:
* * * * *
mi padre aprendió a dibujar sobre mi piel con sus promesas,
las llamadas eran largas y
la ausencia se arrinconaba entre
mis dientes de leche bronca,
nuestras encías crudas
se movían al compás
y decían:
tendrás muchos hijos
me darás nietos
seremos manada
perdonaremos con la
lengua menguante
y reiremos con la boca en forma de piña
de melón de cereza de guanábana;
por fin vendrás a casa,
llegará el día que tanto temimos y te diré como
mi padre me enseñó a ocultarme en los
agujeros más pequeños
pero yo te enseñaré a sembrar
a coser a bailar a brincar
más alto que tu sombra.
aldebarán cincuenta y seis
recuerdo la vista que se abría ante mí
cuando me cargabas sobre tus hombros y
enredabas tus brazos a mis piernas
mientras encendíamos el motor de un chevy
azul botella.
no quisiste enseñarme a manejar
decías que aún era
pequeño,
y apenas podía cargar
el peso de mis dientes.
pero dentro de esa carcacha
que fueron nuestros cuerpos al alza
me mostraste todos los caminos a casa
memoricé la silueta
de nuestro hogar
(aldebarán cincuenta
y seis,
interior tres);
un refugio improvisado es el mejor rincón
para estacionar un auto
que se ha quedado
[varado
en una memoria
accidentada].
aa
el día que conocí a mi verdadero padre
lo vi arriba de un podium
en el centro nueva luz,
en buena vista, michoacán.
hablaba con la fuerza
de todo un país en huelga,
todos los compañeros
recibían su sabiduría
de boca en boca,
entre cuatro paredes descubrí
que la lengua puede aprender
nuevas formas de decir
lo siento
y las manos se enseñan a edificar
habitaciones de cascarón,
el cuerpo debe recordar
que todos venimos
de una casa
sin puertas ni ventanas.
y que una vez fuera,
el cuerpo debe aflorar
y hacer monte.
la noche que deseamos volver a casa
cómo quisiera poder levantarme de puntitas
con las manos al aire,
me gustaría conocer a ese pariente lejano
del que siempre me hablaste.
podría preguntarle tantas cosas]
[cómo era mi padre de bebé,
cuánto medía cuando nació,
si su madre lo bañó en hojas de lechuga
cuando la noche no alcanzaba
para sus sueños de viajante
transatlántico/
viajero cósmico y solar,
acaso alguien lo acompañó
en sus vigilias
y aprendió a escuchar
el idioma de sus ojos que
danzaban en rituales de
ocarinas y silbidos de viento;
mi padre nació orangután,
dime cómo aprendiste a ser más humano,
menos animal.
mel et lac sub lingua tua
he estudiado el lenguaje corporal
de los monos
cuando nacen sus bebés,
los miman
con delicadeza revolucionaria,
así baila mi papá:
el orangután mayor.
el gran cabildo se arrodilla frente a él,
aplauden y avientan maníes
que atrapo con los dientes.
yo defenderé la integridad de mi padre ausente,
porque yo sé de ausencias
que pesan más que una jauría
de elefantes alados;
a mí de niño no me críaron con leche
sino con miel cruda de acitrón,
es por eso que en lugar de dientes
llevo por encías
estos enjambres,
colmenas.
volcanes
ardiendo.
la fruta favorita de mi padre es el mango
y aunque no puedo afirmarlo
me gusta pensar que es así,
anoche soñé una huerta de mangos;
fui la nube
que se vació
sobre el campo
mientras mi padre
buscaba refugio
para todos sus mangos;
sus seiscientos
setenta y seis mangos,
amarillos y pululantes.
alzó la mirada y por un momento
sentí que la tierra nos pertenecía,
y él acaso maldijo la imprudencia de la lluvia.
de allá de donde viene mi padre
de aquel feroz monte volcánico
solo queda ceniza,
ahí el diablo aprendió de botánica,
y entendió que la raíz
es más fuerte cuando se palpita
tres veces al día.
de aquel monte de fuego es mi padre,
aprendió a caminar sobre planchas de lava roja,
a comer piedras de azufre
y a jugar en los arrollos de violetas.
lo arrulló una boca de agua ardiente
y el calor de un sol que no duerme
lo cobijó cada noche.
mi padre tiene la piel escamada
como el pescado blanco
que brota en los ríos del sur.
mi padre podría correr un maratón entero en diez minutos,
pero no ha aprendido a caminar.
antes, mucho antes
cuando era niño corría descalzo sobre el agua
que chorreaba de tu vientre;
me hacía sentir de alguna manera
que seguía siendo parte de ti.
faro de bucerías, michoacán
recuerdas la bruma que se tragó al campo
de edificios en obra gris,
horizonte desierto;
recuerdas cómo temblaron tus dedos
mientras dormías al interior de un esqueleto
sin ventanas sin cimientos;
te prometieron una tierra
en la que la miel bruñe
desde dentro,
donde los árboles enmarañan
sus brazos venas de ámbar y
palpitan sus lenguas aquí
dentro en nuestras manos;
recuerdas cuando la noche cubrió
tus preocupaciones y te
mostró que el norte es el camino
de los que buscan refugio
en las amígdalas del sol;
recuerdas cuando nuestros ojos
se encontraron de frente,
cuando el desierto
nos humedeció los pies
y nos hizo creer que
habíamos vuelto al inicio;
me tomaste de la mano y
faro de bucerías nos
embistió por dentro
mi padre recorre la costa oeste de estados unidos
cuando cumplí dieciséis años
mi padre me llevó a conocer las carreteras
más oscuras del oeste de estados unidos;
ambos esperamos temerosos
de revivir los nervios del reencuentro,
un instante inadvertido
que nos mantuvo con los brazos rodeando
la silueta de una pickup americana como
la que veía en la tele mientras mi padre hablaba por
el teléfono y hacía promesas de gigante;
de pronto tuve dieciséis años y volví a nacer
nos resguardamos del monzón que acompañó
nuestro encuentro,
dentro de una camioneta chevrolet
descubrimos que cualquier camino desemboca
en la cisterna que sumerge los días
detrás del patio de mi mamá petra,
donde lo bañaron junto a todos sus hermanos;
recorrimos la costa oeste de estados unidos
a sesenta millas por hora,
hicimos paradas en cada ciudad
cercana a la carretera más oscura
mientras mi padre sonreía y murmuraba
¿te acuerdas cuando te envié una foto de este puente?
algún día deseé que esto sucediera,
que coincidiéramos aquí frente
al golden gate ahora estira las manos
mientras te tomo otra foto,
ahora sales tú, ya no faltamos
la carretera nos meció los pies
que trémulos buscaron cualquier
rincón para detenernos y registrar el paso;
prometió llevarme a conocer las casas de todos sus hermanos
de su hermana lupita, la que vive en yakima, washington
allá donde las flores colman las calles y el sol dobla
las nubes en picada;
mi padre detiene la pickup a bordo de la space needle
y mientras contemplamos la noche cayendo sobre seattle
mi padre rodea el planeta con su lengua y murmura
vengo de una familia de caracoles y saltamontes;
mi padre recorre la costa de estados unidos
pendiendo en mi memoria, y cuando giro en mí mismo
puedo confirmar que al igual que él,
soy un caracol recorriendo el campo abierto
las ausencias pesan menos cuando siento ganas de orinar
he vivido más de un tercio de mi vida
en baños públicos,
aprendiendo a adivinar
el valor de la moneda que me dará paso
tan sólo por el tamaño de la rendija.
y quizás mienta cuando digo que
he vivido más de un tercio,
porque realmente no sé cuánto es eso
quizás sea menos, pero por efecto dramático
diré que sí,
he vivido más de un tercio de mi vida
buscando el baño perfecto
para estas constantes ganas de
orinar y desechar
todo lo que me hace daño.
la orina es más tóxica que la saliva,
ese es un dato innecesario
inventado
impostado
un tío lejano me dice que tal vez sea diabetes,
mi madre piensa que es mi manera de llamar
la atención, de querer destacar
quién toma tanta agua antes de salir de casa,
eso es innecesario y por lo tanto
(inútil)
le digo que es de hecho, vital e
incluso un poco triste:
tener que llenarte el vientre de líquido
para de alguna manera sentir
que las ausencias pesan menos.
dientes de leche
le muestro a mi padre los colmillos
que me han crecido junto a la lengua,
él observa
detenidamente,
me escucha,
entrecierra los ojos,
se sienta y dice:
nunca aprendiste a ser menos como yo,
eso te pasa por buscarme
los ojos
en la penumbra de
tu cara.
me tiendo en el patio de mi departamento
mientras mi padre me observa desde
aquí dentro,
imagino a su padre viviendo dentro suyo
hablando por él,
usando una lengua que
le pertenece
tanto como la mía a él,
y le pregunto:
¿a ti también te salieron
colmillos
cuando eras pequeño
y cabías
en las manos de mi abuela?
asiente con todos sus dientes,
y la luna se decanta en nuestra boca
Donnovan Yerena es de Morelia, capital del estado de los pescadores. Estudiante de Letras Hispánicas fuera del agua. Formó parte de la segunda generación del Centro de Creación Literaria de la Casa del Libro de la UANL. Anteriormente obtuvo el primer lugar en el Certamen de Literatura Universitaria 2019 con un cuento sobre añoranza y té. En 2023 obtuvo el segundo y el tercer lugar en las categorías de cuento y poesía respectivamente, juntando así, las tres guayabas rosas. Su primer libro de cuentos Los peces que jamás serán pescados, se publicó en la colección Ínsula de la Universidad Autónoma de Nuevo León. En abril de 2024 obtuvo el primer lugar en el Premio Nacional al Estudiante Universitario en la categoría de Poesía José Emilio Pacheco con una muestra de poemas titulada Cuando se sube al estrado, mi papá es Rubén Darío. Algunos de sus ensayos han sido publicados en las revistas Armas y Letras, Filamento, Navegantes y Presencia Universitaria.
Imagen: Cole Keister | Pexels.



