El rapto de lo divino y el olvido de uno mismo

En esta novela como en el resto de sus libros, el autor abre puertas, nos deja mirar, nos da una linterna. No nos dice qué pensar. Su punto de vista depende de otro, narra en tercera persona, utilizando un avec, un punto de vista unilateral y en este caso femenino, en la que la idea del amor romántico recae sobre el hombre y no sobre la mujer.

octubre 30, 2025

Por Gilma Luque

Comentarios sobre El Polaco de J.M. Coetzee

Felipe era el nieto de mi maestro de inglés. Mi maestro de inglés había perdido dos dedos de la mano izquierda en un accidente automovilístico. Se quedó dormido mientras manejaba en la carretera. Nunca encontraron sus dedos. A su esposa e hijos no les pasó nada. 

Conocí a Felipe a los once años en casa de su abuelo, el día que su hermana Lena, quien tomaba clases conmigo y se volvió mi amiga, hizo la Primera Comunión. Los niños estábamos en su habitación jugando Serpientes y Escaleras. Sobre el buró que dividía dos camas individuales había un montón de platos y vasos desechables con restos de pastel, gelatina y coditos con crema y jamón. Un día antes me habían comprado para la ocasión un conjunto de falda y saco a cuadros blanco con negro. Recuerdo mis calcetas blancas, mis zapatos rojos y la luz de la tarde que entraba desde la ventana.

Felipe estaba frente a mí, dijo algo, no sé si era importante o charla plana. En la habitación había muchos niños, sin embargo, él se dirigió a mí y a nadie más. Recuerdo mis zapatos rojos y lo rojo de mi rostro al mirarlo. Una sombra en la ventana y una flecha directo al corazón. Estaba enamorada. Bastó con que él existiera. Lo vi un par de veces más y luego no volví a encontrarlo, pero ese día, el primero, bastó para que pensara en él durante muchos años y aunque había más niños en la escuela, en el parque, en clases de inglés, sólo él había detonado las alas en mi interior. 

            Cuento esta historia para dar pie a mis comentarios sobre el último libro de Coetzee publicado por la editorial argentina El Hilo de Ariadna. Este libro “es una provocativa variación de una historia legendaria” dice en la cuarta. La historia a la que se refiere es la de Dante y Beatriz. Se dice que Dante conoció a Beatriz cuando ella tenía ocho años y él nueve. Él, Dante, quedó prendado de ella hasta el último día de su vida. Una flecha directo al corazón, una flecha de plomo, de esas que manda Cupido cuando no se es correspondido (quizá Beatriz sintió lo mismo, pero eso no lo sabremos). Él, Dante, la dejó de ver hasta que se reencontraron diez años más tarde, su amor seguía intacto, pero ella no se casó con él sino con un banquero florentino con el que vivió hasta su muerte prematura a los 25 años. Dante la amó por siempre, escribió Vita Nuova, una serie de poemas líricos inspirados en el amor, además de ser ella, Beatriz, la que lo guía al paraíso en La divina comedia, su obra cumbre.

En la novela de Coetzee, un hombre y una mujer se conocen: Witold y Beatriz. Él, Witold, es un polaco que ronda los setenta, es pianista, intérprete de Chopin. Un mal intérprete desde el punto de vista de Beatriz. Ella, Beatriz, es una española de casi 50 años, organiza festivales de música mensuales en el barrio Gótico de Barcelona.

Basta con que un hombre y una mujer se encuentren para que sea posible una historia de amor o al menos el deseo. El de Witold por Beatriz, el de Dante por Beatriz, el mío por Felipe. Un momento y todo el furor se desata, el rapto divino y el olvido de uno mismo.

Después de una cena de protocolo que se brinda a los artistas invitados al festival de música, en la que Beatriz es la acompañante, él, Witold, queda perdidamente enamorado sin más razones que la existencia de ella, Beatriz, quien no solo es seria sino incluso antipática. No lo seduce porque él no le interesa, le parece frío y quizá aburrido. Dice el poeta que el amor busca la belleza, que el amado ama de manera vehemente, que el amante “es un espíritu muerto en su propio cuerpo” porque se olvida de sí mismo volcándose en el amado. Con esa pasión Witold ama a Beatriz. Dante amó a Beatriz y yo a Felipe.

En el amor de Witold y Beatriz hay varios obstáculos: la cultura, la edad, el idioma. Se tienen que comunicar en un inglés en el que no pueden expresarse de manera natural. Metáforas que utiliza Coetzee para hablar de la imposibilidad del amor, quizá para referirse a lo irracional del amor, a la falta de sentido de enamorarse de un extraño.

En esta novela como en el resto de sus libros, el autor abre puertas, nos deja mirar, nos da una linterna. No nos dice qué pensar. Su punto de vista depende de otro, narra en tercera persona, utilizando un avec, un punto de vista unilateral y en este caso femenino, en la que la idea del amor romántico recae sobre el hombre y no sobre la mujer. Acompañamos a un solo personaje, a Beatriz. Es por medio de ella que vemos la pasión, la obsesión y el amor que le profesa el polaco. Es ella quien nos hace pensar que es un viejo, que es ridículo amando de manera tan ferviente, es ella quien lo rechaza, es ella quien nos permite mirarnos a nosotros mismos. Porque en esta novela, como en todos los libros de Coetzee, sucede que hemos estado ahí. Rompe nuestro paradigmas morales para dejarnos al desnudo frente a los hechos: la tortura, la violación, la vejez, la enfermedad, la bondad del más bueno, el duelo, el sexo y en esta novela la idealización del amor. Lo que queda al cerrar este libro, y otros del premio Nobel, es un golpe que nos hace saber que también somos lo otro, el otro.

Fue Dante quien dijo que el gran amor domina el alma. Así le pasa a Witold que ama a Beatriz, que si bien no fue el amor de su vida, sí el amor de sus últimos días. El amor que lo acompañó como Beatriz a Dante rumbo al paraíso.

            ¿Será acaso que el amor que no sucede es ese amor que nunca muere?

Gilma Luque (Ciudad de México, 1977) es autora de Hombre de poca fe (Mondadori, 2009), Mar de la memoria (Ediciones B, 2014), Obra negra (Almadia, 2016) y El hombre en el jardín (Hachette, 2025), entre otros libros. Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores del año 2020 al 2023.

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