Bienvenido a la rebelión: Anderson incursiona con éxito en la acción mainstream

Una batalla tras otra queda debiendo un poco más de acción. Sin embargo, al final, las piezas embonan perfectamente, uno extrañaría un pequeño giro adicional, un guiño irónico a un espectador más receptivo y exigente, porque en la vida real nunca ganan los buenos.

septiembre 30, 2025

Por Daniel Espartaco Sánchez

Inspirada muy libremente en Vineland de Thomas Pynchon, Una batalla tras otra de Anderson transcurre en un mundo y en un tiempo imprecisos, pero en un estado policiaco de violencia extrajudicial más que probable, mientras la acción trepidante del filme le impide al espectador reflexionar si está o no frente a una ucronía (¿importa?), aunque no menos nítida que la realidad, y en una historia que abreva de manera algo más que ingenua en la nostalgia por una revolución; una estética sesentera y setentera y que además pretende conectar con la generación woke a través de escenas que recuerdan a las redadas del ICE, las protestas recientes en Los Ángeles y el movimiento Black Lives Matter. Y nada de esto importaría, supongo, pues estamos frente al primer producto enteramente mainstream de Anderson, diseñado no sólo para la taquilla sino para los premios Oscar ya desde la elección del DiCaprio que todos aman: el encantador pazguato de Don’t Look Up (2021) y Once Upon a Time in Hollywood (2019) (haz lo tuyo, Leo). El resultado es tremendamente divertido y angustiante, y el final, en mi opinión, tan innecesariamente largo como el filme porque así es como lo demanda la taquilla. Sin embargo, la película demuestra que Anderson sabe cómo filmar persecuciones en auto y películas de acción.

Resulta imposible ignorar el parecido de Bob Ferguson (DiCaprio) con el gran Lebowski de Jeff Bridges de 1998, aunque el Zoyd Wheeler de Pynchon ya andaba por ahí desde 1990: y después de todo, el arquetipo del ex hippie trasnochado ya existía desde mucho antes. También es imposible no pensar en el cine Blaxploitation y en el parecido de la Pam Grier —a quien Tarantino ya le hizo su homenaje— de Foxy Brown (1974) y Coffy (1973) con Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor); y más recientemente, resulta imposible no pensar en Der Baader Meinhof Komplex (2008) de Uli Edel cuando hablamos de movimientos radicales. Los liberales amarán Una batalla tras otra —aunque Leo diga fucking liberals en alguna de las escenas— y, en mi opinión, este es el único defecto: Una batalla tras otra toma partido abiertamente —y en este sentido está muy por detrás de Der Baader Meinhof Komplex—, aunque resulta admirable en un tiempo y una época en que la administración Trump pone de rodillas al pretendido liberalismo de las corporaciones a las que poco o nada les importa cualquier ideología con tal de seguirse forrando de billetes.

Ingeniosa, de humor ácido, a veces demasiado cursi, no por eso no resulta admirable el tinglado que arma Anderson inspirado en la novela de Pynchon: las dos épocas, tanto los años ochenta de Reagan como el radicalismo pretérito norteamericano, se funde en dos épocas imprecisas, las dos demasiado parecidas, bajo un estado policiaco y militarizado —que sospechosamente se exhibe en el momento preciso—, y los personajes se vuelven algo más que un simple trasunto de los originales; por lo que Una batalla tras otra resulta digna heredera del desparpajo y la famosa paranoia pynchoneana. Anderson crea todo un universo de personajes que podrían llenar páginas enteras, entre los que destacan el sensei Sergio (Benicio del Toro), quien desde su dojo es el líder indiscutible de la comunidad latinoamericana —y siempre tienen una cerveza Modelo a la mano—, y el general Lockjaw, el antagonista, interpretado por el típico Sean Penn de pretendidos tics a la usanza de la vieja escuela. En fin, son tantos los elementos que Una batalla tras otra queda debiendo un poco más de acción. Sin embargo, al final, las piezas embonan perfectamente, uno extrañaría un pequeño giro adicional, un guiño irónico a un espectador más receptivo y exigente, porque en la vida real nunca ganan los buenos. ¿Me dices que quieres una revolución? Bueno, ya sabes, todos queremos cambiar al mundo.

Daniel Espartaco Sánchez (1977). Es autor de varios libros, el último se llama Los nombres de las constelaciones. Ha ganado muchos premios literarios, pero no le gusta presumirlos. Lleva más de un año con la Clínica de Narrativa, un espacio virtual y físico de lectura y reflexión acerca de la escritura creativa. Vive en la colonia Narvarte, el único territorio con el que se identifica hasta el momento.

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