Close to the Edge

¿El cerebro/la mente es un espacio sensible que está dispuesto, como el átomo, a explotar con cualquier estímulo y crear una reacción que excede su potencialidad y límites?

julio 8, 2025

Por Eduardo Ramírez

En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo.

J. L. Borges

A seasoned witch could call you from the depths of your disgrace
And rearrange your liver to the solid mental grace
And achieve it all with music that came quickly from afar
.

                                                                                                                                                       Yes

23/04/25. La percepción es el instrumento que nos permite asimilar/digerir la realidad. No importa que se convierta en un engaño.

Cada uno se va acomodando/encuentra el sitio en el que se siente más cómodo, más acorde con el ritmo/ansiedad de su centro.

En la adolescencia tuve acceso, a través de otros, a música que no se oía por la radio. Esa experiencia empezó a llevarme/atraerme y jalarme de una comodidad/bienestar (el buen hijo, el alumno aplicado) definida por categorías sociales/externas, hacia un extremo que me permitía sacudirme el polvo de las etiquetas y experimentar nuevas sensaciones.

A través de mis oídos pasó el rock progresivo que definió entonces mi manera de percibir e interpretar el mundo sensible.

Otros estímulos que más adelante “volaron mi cabeza” fueron los universos trazados por Borges en lo literario/imaginativo; y en lo gráfico/visual, la prístina geometría de los grabados de M. C. Escher o de la representación onírica de Magritte.

Más allá del alcohol —no he recurrido a drogas— desde mi adolescencia, el acceso a la tecnología me permitió una consumir cierta producción cultural a través de la que pude expandir mi percepción. Lo que siempre he llamado “alucinar barato”.

Desde esa experiencia perceptiva, mi aburrida juventud clasemediera, extendió sus límites. A partir de esos consumos a través de los medios, no quise/busqué otro tipo de experiencia de consumo que no fuera similar o parecida a esta expansión de mis sentidos.

¿El cerebro/la mente es un espacio sensible que está dispuesto, como el átomo, a explotar con cualquier estímulo y crear una reacción que excede su potencialidad y límites?

¿Una vez que experimentan esa explosión interior/instantánea y sus consecuencias e inestabilidades, ya no se es capaz de vivir de otra manera?

Hay quien prefiere mantener sólido ese contenedor de experiencias y asociaciones y sólo lo alimenta de estímulos que lo afirman, rechazando lo que les cuestiona.

¿Este estado de expansión de la percepción se debe también al avance en la tecnología tanto de grabación como de reproducción de la música (alta fidelidad, estereofonía, Dolby System, AirPods)?

Tras cada innovación tecnológica (sintetizador, procesador de texto, impresora 3D, realidad virtual, renderización, IA), en automático, ¿se da la expansión de la producción cultural o solo es una herramienta que la reproduce y la vuelve genérica?

¿El avance/alcance de la tecnología asegura per se una mejora social?

¿El actual acceso y difusión tanto informática como visual de nuestra propia experiencia a través de los smartphones es una expansión de nuestra percepción o una adicción que la adormece?

La democratización de la tecnología, el hacer accesibles sus posibilidades creativas, no necesariamente asegura la innovación. Incluso, a veces, reafirma cierto conservadurismo, cierta jerarquía, una democracia de la irracionalidad.

¿La creatividad crece a través de limitaciones, más que desde la expansión y democratización de sus posibilidades?

Ingenuamente pienso que frecuentar los límites, los extiende.

Incluso, por medio de la reflexión pública, trato de extenderlos para respirar y experimentarlos más amplios y abiertos.

¿Esta tentación/curiosidad adolescente hoy define mi práctica profesional/de vida?

Cerca de la orilla. En el límite. Sin caer.

Eduardo Ramírez es editor, autor, maestro y asesor de proyectos. Escribe porque no aprendió a andar en bici y ve la televisión tratando de entender al ser humano y no aburrirse. Editó velocidadcrítica de 2000 a 2007. Publicó los libros El Triunfo de la cultura y El Cuauhtémoc de Troya. Ha escrito columnas y capítulos de libros en México y España. Lo han corrido de todas las universidades de Monterrey.

Imagen: M.C. Escher, Bond of Union. Litografía. Abril, 1956.

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