Por Óscar Estrada
Terapia deambulatoria. Claudio Magris dice: “En Ulm, según la tradición, en el siglo XVII se conservaba el zapato de Ahasvero, el judío errante. Con esas suelas a prueba de siglos, podría emprender cualquier camino, ejercicio que los galenos, tiempo atrás, consideraban saludable para el ejercicio psíquico”. Desde hace largo tiempo Geroca deambula por diversos pueblos. No se qué tan saludable haya sido esto para su equilibrio; pero, los caminos han terminado por nutrir y modificar la manera en qué ataca la tabla de masonite. Sus personajes nos muestran, esta vez, una mirada esquizofrénica, paranoica. Esto también es posible observarlo en la mirada de los animales. Abandonó el óleo y el pincel “chopeado”. Retomó el acrílico y el bestiario caricaturesco. Hay una nueva economía del volumen, este se volvió lacónico pero intenso. Los autorretratos continúan, así como la potencia y la gestualidad de su trazo. Sin embargo, el cambio más importante lo manifiesta en el color. Lo que antes era simbiosis hoy no lo es, el color supera a la forma, como el encino se alza sobre la bugambilia.
Piromanía del arcoiris. El color también es combustible. Su pincel incendia todas las cosas; horizontes, atardederes, gatos. El amarillo como yema; el rojo como sangre, ocaso, fósforo. El naranja es encendida brasa.
Encuerada. Es la obra insignia de la exposción, en el cuadro observamos a la ciudad apagada, melancólica, habitada por autos, un semáforo muerto y el sereno. En la parte inferior central vemos a una mujer regordeta desnuda que nos muestra sus nalgas. Y en el centro, una gran flama solar matutina sella y baña este insólito paisaje de composición memorable. Antierótico. Este es uno de los grandes regalos minimalistas que regularmente Geroca nos ofrece en pequeñas dosis. De esta manera nos envuelve y nos persuade, con el color cero titubeos. La certeza convertida en alianza.
Gatofilia. Los gatos son amos del ojo que ve en la obscuridad: “La plasticidad de sus poses alterna el hierático estatismo con la lánguida voluptuosidad”. Los egipcios lo sabían. El Bosco, Balthus, Goya, Rembrandt, Manet y Rudyard Kipling lo sabían. Geroca también sabe de lo que es capaz la miniatura de tigre.
¿Dónde reina Geroca? En 1925, en Alemania, se celebró una exposición con el título “Nueva Objetividad”. Entre los expositores se encontraban Max Beckmann, Otto Dix, George Grosz y Egon Schiele; todos ellos grandes figuras del expresionismo germano. Sus postulados eran el realismo social satírico, “inclinar la balanza de un cuadro desde la forma hacia la expresión del contenido. Potenciar el impacto emocional a través del colorido”, de la figuración distante de las imágenes chocante y de la composición agresiva.
Geroca, poseedor de una mirada minuciosa, vital, intensa y punzante reina al lado de Otto Dix y George Grosz. Los tres conforman un río de tres orillas, paralelas y a la vez distantes. Geroca, venga a nosotros tu reino.
Óscar Estrada (1963) es un diseñador autodidacta, artista visual, fotógrafo y curador de fotografía con más de 40 años de trayectoria. Es socio fundador de las iniciativas independientes sobre la memoria de la ciudad y su arquitectura @patrimonio.moderno y @fabricadeparques. Dirige el proyecto de investigación y documentación @art___chivo.
*Texto publicado anteriormente en la revista Posdata, en el año 2005, sobre la obra de Gerardo Rodríguez Canales, «Geroca». Referencia: Estrada, Óscar. (Oct., 2005). Geroca 2005: FosforEsencia. Posdata, Año 3, No. 9, p. 39.



